En su obra artística, centrada en la fotografía y próxima al movimiento Arte Oscuro, Lucas Garcete construye un discurso poético a contraluz que aborda temas como la muerte, el amor, el terror y la trascendencia. Explora el misterio de la condición humana, creando imágenes elegíacas y oníricas, cargadas de simbolismo y de una fuerte energía emocional.

“En estas fotografías en blanco y negro podemos observar variaciones surrealistas e inverosímiles de retratos psicológicos. Aunque no podemos hablar en este caso de retratos en sentido literal: se trata de figuras manipuladas de sus amigos o desconocidos. Lucas Garcete no se detiene en el aspecto de los modelos, sino en la tensión psicológica entre las figuras. Con la técnica conocida como claroscuro, representa escenas cotidianas, callejeras, o también simbólicas y dantescas, remitiéndonos al expresionismo alemán o al Cine Negro. En conjunto, las siluetas son una parte integral de su estética, ayudando a establecer una atmósfera inquietante, simplificando la composición y creando un estilo profundo y atemporal."

—Luis Baylón (Madrid, 1958 - 2023)

A través del uso del blanco y negro con una apariencia analógica, construye escenas llenas de marcados contrastes lumínicos, a menudo iluminadas por fuentes tenues como la luz de la luna o luces distantes, sumergiéndose en un entorno nocturno que evoca una constante sensación de melancolía. Esta elección estilística no solo realza la estética visual, sino que también profundiza en el contenido emocional y temático de sus fotografías.

Inspirado en la mitología griega y en la tradición literaria romántica, como la de autores como Novalis, Garcete busca expresar estados de ánimo y atmósferas psicológicas intensas. Así, explora el misterio de la noche y sus significados, como se evidencia en su serie “Himnos a la Noche". Además, manipula la realidad fotográfica al superponer figuras fabricadas, como médicos de la peste y criaturas metamórficas, a las siluetas de desconocidos, familiares o amigos presentes en la imagen original. Esta forma de componer con siluetas nos remite a la cineasta Lotte Reiniger, cuyas películas lo inspiraron a desarrollar un sentido de la composición, utilizando el espacio de manera efectiva para contar historias visualmente atractivas y coherentes.

La muerte es una obsesión ineludible en su obra, conformando el campo semántico más amplio de su variado corpus fotográfico. Aborda diferentes modos de aproximarse al misterio de la muerte, obedeciendo a una cuestión de rigor e intensidad. Insiste en pensar en la muerte no como un hecho filosóficamente aceptable, integrado en la vida y humanizado en sus múltiples mitologías (de las cuales, a veces, prefiere no escapar: véase la Muerte representada como un caballero de la peste), sino como un acontecimiento del cual nada puede saberse.